Por: Sady Chavez

Algo que nos caracteriza a la derecha, es la defensa del individuo y sus libertades ante las ideologías colectivistas y comunistas. Protegemos nuestros intereses, el de nuestras familias y comunidades, promoviendo una máxima cooperación económica que brinde prosperidad a la nación, ante un falso llamado “interés o fuerza común”, los cuales históricamente han tornado siempre en pobreza, miseria masiva y una élite social que opera de forma neo-feudal atacando nuestras libertades y derechos fundamentales como la libertad de expresión, religión o propiedad privada, por ello, y ante la confusión de términos como individualismo y colectivismo, en muchas ocasiones, en la batalla social, la izquierda ha sido efectiva demonizando el concepto de individuo, atrapando a jóvenes e ilusos en sus redes con falsas promesas de mejoría social a través del colectivo.

Con motivo de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC por sus siglas en inglés) en México, nos hemos dado encuentro una amplia gama de pensadores, activistas, autores, políticos y medios de comunicación nacionales e internacionales, los cuales aceptamos compartir valores comunes, siempre entendiendo las diferencias que nos caracterizan dentro del propio espectro conservador. Me gustaría centrarme en dos comentarios leído a través de redes sociales, los cuales me han inspirado para esta nota.

El primero siendo: “La Nueva Derecha insiste tanto en el Comunismo que parece que les pagan para hablar de ello”.

¿Será que, ciertamente un sector de la Derecha está obsesionado en concientizar a los ciudadanos acerca de los horrores del Comunismo? En mi opinión, sí lo estamos, y les explicaré por qué. Existe una diferencia bastante notable entre los disidentes y activistas de países directamente azotados por el Comunismo y los que se han mantenido en un cercano socialismo que cada vez tiende más hacia la izquierda, casi inadvertido por sus ciudadanos pero que, los que lo hemos sufrido, podemos ver a distancia los llamados “red flags”.

Dividámoslo en dos bloques y lo que está ocurriendo en estos países iberoamericanos:

• Los Comunistas: Países como Venezuela, sumida en pocas décadas en la miseria producida por la copia del modelo Castrista, junto a un acuciado narcotráfico y corrupción gubernamental que ha llevado a miles de venezolanos a huir del país. Nicaragua, donde entre tantas vulneraciones a los derechos individuales y la propiedad privada, se suman represiones inauditas hacia la libertad religiosa. Pero entre todo esto, y una larga lista de países que se suman a esta debacle se encuentra la joya de la corona, Cuba, donde las represiones en la isla y fuera de ella, junto a una continua vulneración de los Derechos Humanos son la orden del día en el longevo Régimen Castrista.

Véase los violentos ataques recientes a los manifestantes por la liberación de los presos políticos en la Embajada de Cuba en México, liderados por el expresidente polaco y premio Nobel de la Paz Lech Walesa y el activista cubano Orlando Gutiérrez.

• Los países en transición: Como Bolivia con la proliferación del narcotráfico y la represión a oponentes, Chile, donde ha entrado fuertemente el feminismo más extremo junto a las ideologías de género, Brasil, con la pérdida de la confianza en las instituciones electorales tras sus últimas elecciones, siendo el país de acogida para el “Foro de Sao Paolo” o México, donde recientemente han sufrido un atentado a las instituciones que garantizan la democracia como el Instituto Nacional Electoral (INE).

Los disidentes del primer bloque han pasado años advirtiendo a los del segundo de que venía “el lobo” y estos, cansados del alarmismo han bajado los brazos e ignorado los pasos que la lenta y aplastante maquinaria comunista había estado realizando para insertarse lenta y efectivamente en sus sociedades.

Esto ha generado dos conciencias: la derecha blanda o cobarde, en la cual aún hay cabida para el “buenismo”, el “progresismo” y el “relativismo”. Quienes comparten ciertos valores comunes, pero aun piensan que la mención del Comunismo es cosa de estrategas políticos para atacar a la izquierda. Por otro lado, la derecha dura, valiente, que se encuentra ahora mismo lista para dar todas las batallas, la económica, la cultural y la de las libertades, quienes ya por cansancio y hastío y ante el dolor de haber perdido nuestros países de procedencia, junto a muchos familiares y amigos por el camino, no toleramos el mínimo amago de relativizar o quitar peso a los avances ideológicos izquierdistas, los cuales identificamos con mucha facilidad.

Nos queda un arduo trabajo por parte de los que nos identificamos con el movimiento de la “Nueva Derecha”, por un lado, para combatir las embestidas de la bestia comunista y de las ideologías colectivistas y globalistas, por otro lado, para concienciar a los ingenuos e incautos de que ciertamente el lobo no sólo existe, sino que está en las puertas de nuestras casas, en los medios de comunicación, en los centros educativos y en cualquier instancia en la que miremos hacia un lado y no alcemos nuestras voces por miedo a la represión y a la llamada cultura de la “cancelación”.

El segundo comentario digno de analizar ha sido: “Una persona inteligente no llama Comunismo al Capitalismo Globalista”.

Ciertamente no solo en temas sociales discierne la derecha, sino que incluso a veces, ni siquiera en los términos económicos ponemos ponernos de acuerdo, comencemos por definir de forma clara la diferencia entre “Globalización económica” y “Globalismo”. Para ello les comparto un extracto de la siguiente publicación:

“La globalización es un concepto económico que se ocupa de los flujos libres del comercio, de las inversiones y de las personas. El globalismo es una demoledora ideología política que pretende acabar con el Estado–nación como marco de la administración política para sustituirlo por un gran Estado mundial, justificado para continuar con el sesgado libre comercio vigente hoy y sostenerlo por medio del monopolio de los medios de comunicación.

El estado–nación es una forma de organización política que se caracteriza por tener un territorio claramente delimitado, con una población relativamente constante y por contar con un gobierno que toma decisiones autónomas para alcanzar propósitos comunes. Se considera que el presidente Donald J. Trump es el principal defensor hoy de esta forma de organización política. Puesto que Trump se ha enfocado en defender: la libertad de sus ciudadanos, las seguridades públicas y laborales, en controlar las inmigraciones y en expandir tanto sus fuerzas militares como su comercio, esto último, por medio de una diplomacia que “trata de convertir los enemigos en amigos”.

Así mismo, dos palabras muy similares pueden contener significados contrarios y en la derecha debemos tener muy claro que nuestro ideal principal debe ser la protección de los derechos y las libertades individuales frente al colectivismo mundialista que nos arrolla con sus perversas “ideologías sexuales”, políticas energéticas absurdas bajo el lobby del “cambio climático”, medidas económicas fallidas y un sinfín de tácticas y estrategias las cuales solo producen el enfrentamiento ciudadano, la destrucción de prosperidad y de nuestras sociedades.