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La naturaleza es bella, y la belleza la mejor maestra para la búsqueda de la verdad.
Nunca la inauguración de unos Juegos Olímpicos había dado tanto que hablar, para mal. Y es que no se recuerda periodo democrático alguno -tan típico, por otra parte, en regímenes dictatoriales- en que la política contaminara tanto las relaciones personales y ocupara cada resquicio social y cultural de libertad individual; y que lo hiciera, además, como es el caso, para reproducir "el infierno de lo igual" en nombre de una supuesta diversidad que expulsa lo distinto.1
A causa de esto anterior, bien merece la pena preguntarse: ¿Por qué ha causado tanto revuelo y provocado tanto repudio generalizado en el común de los mortales? ¿Qué necesidad había de mostrar tanta fealdad al mundo y de imponer el mal gusto en un evento mundial que debiera ser solemne y aspirar a lo sublime? ¿Desde cuando lo grotesco equivale a progreso? ¿No supone acaso el atletismo el afán de superiación personal y los juegos olímpicos el símbolo de una tradición que porta la luz entre generaciones pasando el testigo del esfuerzo individual y el conocimiento colectivo? ¿No es ya eso lo que simboliza una antorcha que reproduce el mito de Prometeo? (Figura bienhechora, civilizadora, que hace posible el progreso de la humanidad e intenta igualar al hombre con los dioses; amigo de los mortales, conocido principalmente por desafiar a los dioses robándoles el fuego). ¿Tanto ha cambiado el ideal de occidente? ... Tal vez sea el momento propicio de volver nuestros ojos hacia los clásicos con objeto de comenzar a entender su amberso contemporaneo: el wokismo.
Por ejemplo, Decimus Junius Juvenalis "Juvenal" (nacido en el 55 AD) defendería que "nunca la sabiduría dice una cosa y la naturaleza otra." Ergo, naturaleza y sentido común irían siempre de la mano para los filósofos clásicos. Para Platón, además, la belleza suponía "la Idea Suprema identificada con el Bien" (todas escritas con mayúsculas). Por su parte, para Aristóteles, además de su imbricación en el Bien, la belleza pasaba a ser "lo agradable a la vista (intelectual, no sensible) por respetar su esencia y ser valioso en sí mismo." Y para todos ellos, en resumidas cuentas, la verdad encerraba la paradoja de ser lo real; dicho de otra forma, la verdad es real y lo real será verdad en tanto y en cuanto sean ellas en sí mismas por su esencia; porque son lo que son sin poder ser nada más. En suma, la naturaleza sería bella, y la belleza la mejor maestra para la búsqueda de la verdad.
En contraste, en el mundo hegemónico del "pos-" (entiéndase "posterior a" - pos Segunda Guerra Mundial, posmodernismo, poscolonialismo, posfeminismo, posmarxismo, y, entre otros, de posverdad...-), toda naturaleza supone un constructo social -dicen- que debe ser deconstuido; y, para ello, ejercer resistencia con el cuerpo y el alma en busca de una tabula rasa tan anhelada como imposible de alcanzar. En tal sentido, el wokismo sería un pastiche de todos los movimientos pos- confluyendo en una ideología común de agravio perpétuo que, obviando sus contradicciones, busca normalizar la trans-gresión como "nueva normalidad" donde "lo normal" y "lo tradicional" son represivos.
De dicha ruptura con lo natural, emana la idea de una belleza subjetiva -valga el oxímoron- en términos absolutos. No hay ni podrá haber, pues, nada bello en sí; sin embargo, sirva la paradoja, la fealdad se entenderá bella por sí misma por abrazar la imperfección humana como climax de liberación social y superiodad moral: así, de esto que aquí me daré en llamar posbelleza, nacerán mujeres con pene y barba, y personas obesas queer posbellas por sí mismas, como lo harán drags y trans -moralizadas desde la coerción política y la espectacularización de las masas- como supuestos signo de progreso y símbolo de inclusión social.
De aquella destrucción de la naturaleza clásica, y del intento de subjetivación absoluta de la belleza, tornan, consecuentemente, la verdad en opresiva; porque esta implica, para quienes viven dentro de dicho relato relativista de progreso inclusivo, la existencia de mentiras y falsedad: las mujeres con barba y pene no podrían ser mujeres, tampoco bellas y ni siquiera reales; las personas obesas queer serían despojadas de su alo natural, y las personas drags y trans expresarían tan solo la presencia de problemas mentales, inadaptación social y baja autoestima valorativa, dejando todos ellos de ser -en el sentido filosófico clásico antes expresado- "agradables a la vista intelectual" por no "respetar su esencia" ni "ser valioso en sí mismo."
Tal proceso explicaría por qué el wokismo -como filosofía política y acto social- forzará de manera irreversible al individuo a la des-naturalización del cuerpo y su negación del alma (léase espiritualidad esencialista), empujando su "ser esencial" a la senda de la fealdad por vía de un nihilismo que oculta la verdad frente a, y la realidad de, sí mismos. Con todo y con ello, se hace obvia la necesidad woke imperante de atacar frontalmente las nociones tradicionales de natrualeza, belleza y verdad; porque, dicho de otra forma, en el fondo, el problema del wokismo es con la realidad en sí.
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Si le interesa conocer en mayor profundidad y detalle el origen, significado e implicaciones del wokismo, queda cordialmente invitado a disfrutar del episodio de La Imaginaria del 13 de agosto de 2024, en su tercera temporada para Studio593Radio:
Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=p3LvW1hbGdM&t=3s
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