El 3 de noviembre tuvo lugar en la capilla de Nuestra Señora de los Ángeles -esto es, la sede de la Hermandad de los Negritos de Sevilla-, la celebración de una eucaristía en honor al día de San Martín de Porres, aquel insigne mulato peruano cuyo carisma y devoción complementa y refrenda la tradición de cofradías de hermanos negros que nació en Sevilla en 1393, extendiéndose en el Nuevo Mundo desde México al Perú; siendo también un santo de referencia para los católicos de los Estados Unidos.
Una fecha entrañable que tanto se celebra en Lima y en Sevilla. Y, por supuesto, en todo el mundo hispano-católico.
Sobre San Martín de Porres, muchas veces el imaginario colectivo ha quedado restringido a determinados aspectos más o menos "folclóricos". Y sin desdeñar lo entrañable que hay en ello, cabe recordar que estamos ante la figura de un gran místico que fue consejero de virreyes y que puso su gran sabiduría de herbolario y sanador siempre al servicio de todo el que se lo pedía, actuando también de consuelo para cautivos y conocido por el fenómeno de la bilocación; tal y como pude hablar en su día con el Capitán Perú:
Sin duda, una figura de primer orden para la hispanidad; un arquetipo que con su ejemplo nos afirma que nada tienen que ver los tópicos de quienes buscan enfrentarnos y dividirnos entre hermanos.