Tras una reñida campaña, el conservador Partido Colorado se mantiene el poder, manteniendo a ese país Sudamericano fuera del alcanze del socialismo que azota Latinoamérica.
Santiago Peña ganó las elecciones de Paraguay después de una campaña muy reñida que había amenazado con poner fin a su permanencia en el poder durante siete décadas. El conservador Partido Colorado de Peña se enfrentaba a un duro desafío de la izquierda por la corrupción y la pobreza.
El profesional en economía obtuvo el 42,7 por ciento de los votos con más del 99 por ciento de los votos escrutados, según el organismo electoral, una ventaja de más de 15 puntos sobre su rival de centroizquierda Efraín Alegrem, de la coalición Concertación.
Unos 4,8 millones de los 7,5 millones de habitantes del país sudamericano estaban habilitados para votar en las elecciones presidenciales y legislativas.
“Hoy no estamos celebrando un triunfo personal, estamos celebrando la victoria de un pueblo que con su voto eligió el camino de la paz social, el diálogo, la fraternidad y la reconciliación nacional”.
Reconociendo la derrota, Alegre dijo simplemente: “El esfuerzo no fue suficiente”.
Alegre, tenía una estrecha ventaja en las encuestas de opinión antes de la votación, lo que planteaba la posibilidad de que pudiera derrocar al Partido Colorado que ha gobernado casi continuamente desde 1947, durante una dictadura y desde el regreso de la democracia en 1989.
Aunque difieren en política económica e internacional, los dos principales candidatos eran socialmente conservadores y defendían fuertes derechos contra el aborto y posturas contra el matrimonio homosexual en una nación mayoritariamente católica.