Por: Antonio Moreno Ruiz

El Grupo de Visegrado es una alianza política y económica que se formó en 1991 entre Eslovaquia, Hungría, Polonia y Chequia, estando aún vigente. En el ámbito de la Unión Europea, buena parte de la prensa (y no sólo la de izquierda) lo suele demonizar presentándonos sus políticas como “muy conservadoras”, como si eso fuera un problema... Lo mismo se suele hacer en Estados Unidos para con estados como Texas, Florida o Utah; estados, por cierto, que se encuentran entre los más prósperos del país.

En Europa, líderes como el presidente húngaro Viktor Orban son ejemplos de convicción, seguridad y buena gestión. Como los medios mayoritarios no pueden negar la evidencia, intentan distraer la atención con propaganda e improperios, aseverando que Hungría es una “dictadura”, que no respeta los derechos humanos y un largo etcétera para acabar de componer el discurso globalista correspondiente. Y el mismo discurso que hay para con Orban se extrapola a Polonia.

Con todo, la propaganda mediática va por un lado y la realidad va por otro. Y cierto es que Hungría y Polonia son bastiones de resistencia al progresismo del Centro al Este de Europa, pero tan cierto como que su ámbito de influencia es muy limitado.

No obstante, yéndonos al sur, España podría tener la clave geopolítica al ser el puente entre Europa y América, entre el Mediterráneo y el Atlántico, sin desdeñar su proximidad geográfica con el continente africano. España, Portugal, Italia y Grecia están sufriendo especialmente la burocracia globalista con el añadido de que su proximidad al Magreb los hace foco de constantes de las políticas progres y sus ONG cómplices con respecto a la inmigración ilegal y masiva procedente en muy buena medida de países musulmanes, con la desestabilización sociocultural que ello acarrea, convirtiendo muchas calles europeas en zonas donde la policía ya no se atreve a entrar.

Con todo, España, Portugal, Italia y Grecia deberían tener acuerdos más firmes en cuanto a economía, seguridad e inmigración, poniendo además en valor su herencia directa de la cultura clásica sin la cual no se entiende Occidente, frente a los muchos mitos que surgieron en el siglo XIX, los cuales situaban a los pueblos “latinos” en un plano de inferioridad; propaganda tendenciosa y negativa que hasta hoy perdura.

En Italia gobierna Giorgia Meloni, del partido Fratelli d´Italia, socio de Vox en Europa mediante el Grupo de Conservadores y Reformistas. Parecía imposible que Meloni gobernara, pero es la realidad y está llevando a cabo políticas valientes dentro de las limitaciones, pues no en vano Italia es uno de los países de Europa más castigados en cuanto a soberanía. En este grupo también se encuadra el partido Solución Griega.

Si bien el partido portugués Chega está asociado con otro grupo parlamentario europeo, ello no es obstáculo, como tampoco lo es el hecho de que los húngaros de Fidesz pertenezcan a otro grupo. Se puede y se debe llegar a acuerdos más integradores y abarcadores. Y si bien como indica e periodista y analista político italoargentino José Papparelli, aun en la Europa del Sur esta cuestión política no está madura del todo, siguiendo la línea de Papparelli, decimos con él que también es cierto que algo está cambiando para bien y acaso este sea el momento propicio para ir trabajando en esa dirección, esto es, a tomar el ejemplo del Grupo de Visegrado y actuar en consecuencia.

No en vano, cabe recordar que la politóloga francesa Marion Marechal ya propuso la alianza de la Europa latina para hacer frente más y mejor a la burocracia de Bruselas. Con todo, la experiencia del panlatinismo del siglo XIX debe advertirnos que una cosa es eso y otra una fachada para imponer el bonapartismo que tanta destrucción y mal recuerdo trae en una España que nunca se acabó de recuperar luego de los crímenes del infame tirano corso.

Los partidos conservadores que se van consolidando y fortaleciendo en Italia, España y Portugal pueden (y deben) asimismo ir trabajando también con fuerzas políticas afines de Grecia y Rumanía. Y es que el Grupo de Visegrado constituye un ejemplo de trabajo y superación para la Europa del Sur.

Ante ello, España debería asumir su papel como enlace con Iberoamérica y los Estados Unidos por historia, cultura y geografía, estando ya consolidado un Foro Madrid que busca la unión con los grupos políticos iberoamericanos disidentes de las tiranías auspiciadas por el Foro de Sao Paulo. Si bien el presente no es nada halagüeño, mientras hay vida, hay esperanza. Y hay que valorar la fe y la voluntad.