Por: Sady Chavez
La infiltración de una persona en un partido político, con la intención de destruir y causar caos desde dentro, no es un concepto nuevo. Me gustaría referirme a este fenómeno, cada vez más común, como los "Caballos de Troya" de la política.
Esta expresión que identifica la utilización de estratagema o engaño en contra de un adversario, a través de la entrada disimulada en un medio u organización para obtener un beneficio personal o cumplir un objetivo de destrucción cobra sentido mas que nunca en la política actual.
Así nos encontramos con personajes, que tras representar las siglas de un partido político de derechas, conservador, haciendo uso de su influencia pública, solidifican sus posiciones en la sociedad y una vez alcanzado este objetivo, tuercen sus ideologías al son del interés propio.
Este concepto es bastante conocido en los Estado Unidos, los llamados RINOS (Republican In Name Only), a mi parecer, estos políticos no han cambiado repentinamente de ideología, sino que revelan su auténtico ser, sus verdaderos colores, una vez han alcanzado el poder y la atención pública que tanto ansían de una forma u otra.
Muchos han convertido la política moderna en un negocio, atrás queda la defensa de tus valores e ideales, el bien común social o incluso la idea de prosperidad y libertad. La persona en poder controla la economía de su área, favoreciendo sus negocios privados y los de sus aliados. Las campañas políticas se han convertido en una competencia sobre quien puede conseguir más donaciones, subvenciones, pactos o alianzas corporativas, en favor de su interés personal, asegurando un jugoso retiro de la política en detrimento de los ciudadanos y las organizaciones que representan.
Hoy en día contamos con auténticos terroristas políticos, los cuales atacan a sus oponentes de las más sucias formas mientras ello permita mantener el control y la relevancia junto con la atención mediática, llegando a utilizar instituciones gubernamentales para orquestar dichos ataques y en muchos casos, con el beneplácito de los medios de comunicación masivos.
Para estos infiltrados desvergonzados, propongo una solución. No hay mayor daño para un político o personaje de esta calaña, que el que se le ignore y caiga en el olvido social, en la irrelevancia. Eso merece quien traiciona su moral y vende sus principios al mejor postor. Cuando tus valores dependen de un sueldo, lobby o donaciones, la corrupción se hace dueña de tu persona.