Por: Paloma Adrados Coart
Ayer, en otra vuelta de tuerca hacia la consecución del «no tendrás nada y será feliz» de la Agenda 2030 y bajo el pretexto del clima, el Parlamento Europeo aprobó prohibir la venta de coches de combustión en 2035. Una propuesta legislativa que golpea directamente en la línea de flotación de un derecho fundamental de los europeos: la libertad de circulación.
¿Alguien sabía de este asunto? ¿Alguien recuerda a algún gobierno informando a los votantes o incluyendo en sus programas esta desproporcionada medida? La respuesta, por mucha memoria que hagan y mucha hemeroteca de la que tiren, es no.
Es imposible encontrar a nadie, ni del actual Gobierno socialista, ni del anterior del Partido Popular, abandonando su tradicional opacidad política y mediática para contarnos la verdad sobre sus comunes planes de desindustrialización y de merma de libertades con la excusa de la llamada transición verde.
Empezando por el anterior Gobierno del Partido Popular, que hasta noviembre de 2019 tuvo sentado en Bruselas a un comisario europeo de Energía y Acción Climática que se dejó la piel en la Comisión para endurecer las políticas climáticas que están arruinando a Europa y que tan ufanos votaban a favor -al alimón con el PSOE- tanto en el Parlamento Europeo, como en el Consejo.
Nada nuevo en el horizonte. El mismo PP que con mucha «moderación», aunque muy descaradamente, no tuvo reparo en quitarse de la solapa el pin de la Agenda 2030 y ponerse, ante la emergencia de VOX, el de la bandera de España.
Yendo al grano, la nueva norma aprobada ayer en Estrasburgo es un despropósito más contra la libertad de la inmensa mayoría de los europeos. Porque cuando los eurócratas de Bruselas -los mismos que se mueven en coches «verdes» de alta gama pagados por los contribuyentes- aprueban una norma que elimina los vehículos de combustión para el año 2035, cuando estos mismos no han previsto ni tienen intención de hacer un plan estratégico alternativo de movilidad para los millones de europeos que usan coches de combustión, lo que nos están diciendo es que nos restringen la libertad de movimiento. En definitiva, que van a confinarnos a áreas reducidas de movilidad.
Ahí está el Plan Oxford – Agenda ciudad en 15 minutos, propuesto por el Foro de Davos y que ya se está aplicando en algunas ciudades de China, que consiste en encerrar a la gente en barrios pequeños. Encerrar, sí, encerrar. Y esto es así porque la disparatada reglamentación climática aboca a la inmensa mayoría de la población, cada día más empobrecida, a no poder pagar nunca un vehículo eléctrico. Y como están obligando a los conductores a deshacerse de sus coches combustión, se va confinando a la gente con la imposición de bloqueos climáticos. Todo al servicio de la Agenda 2030, que no es más que una agenda de control social.
El plan sale de los mismos políticos y multimillonarios que se trasladan en más de un millar de aviones privados a la reunión anual del Foro Económico Mundial para aplaudir al dictador comunista chino Xi Jinping, responsable de un tercio de las emisiones mundiales de CO₂. Un elitista grupo donde los ricos del planeta –los de verdad, no el comerciante que ha heredado una propiedad– se reúne para tejer un ilegítimo y ya nada disimulado Gobierno Mundial a espaldas del pueblo y de las naciones soberanas, y cuyo lema de la última edición fue Dominar el futuro.
En definitiva, la norma aprobada en Estrasburgo es el resultado de los siniestros planes de un selecto grupo de políticos y poderes en la sombra autoproclamados «europeístas», empeñados en imponer a la gente cómo debe vivir sus vidas. Esta vez, sin vehículo privado, sin libertad de circulación y movimiento. En definitiva, sin nada, pero feliz.
A la por nadie elegida Comisión Europea que ha propuesto este nuevo disparate y a los no pocos eurodiputados españoles que lo han aprobado en el Parlamento Europeo les importan entre poco y nada los españoles y sus libertades. Ya sea de circulación, movimiento o de pensamiento.
Resiliencia y papilla verde para unos conductores cuyos coches son los más viejos de la Unión. Catorce años de media tiene el parque móvil español. Y no porque los españoles tengan pasión por lo vintage. Tampoco porque no les apetezca disponer de un coche medioambientalmente -y económicamente- más eficiente. No. Sencillamente porque los españoles tienen cada día menos empleos, menos poder adquisitivo y están cada vez más empobrecidos.
Ante este panorama, se hace cada vez más difícil tolerar que quienes han traído esta ruina sigan señalando, llamando «antieuropeísta» y acusando de envenenar el planeta a los sufridos ciudadanos, mientras ellos se reúnen en Suiza para hacer reverencias al mayor contaminante mundial, China.
Porque lo cierto y verdad es que a Bruselas hay que ir a defender una Europa de naciones libres y soberanas. Una Europa que proteja y defienda los derechos y las libertades de nuestras familias, nuestras empresas, los trabajadores. En suma, que defienda los intereses y acate el inviolable mandato de los ciudadanos a los que se representa. Para ser europeísta antes hay que ser patriota.
Vaya por delante que la Unión Europea se fundó para defender y proteger los intereses de las naciones que voluntariamente la componen, no para traicionarlas. No tiene nada de “europeísta” adoptar políticas y decisiones que coartan las libertades de millones de europeos. No tiene nada de «europeísta» poner en marcha irracionales planes climáticos que retrotraen a los europeos a los años 40. Especialmente porque no hay ninguna necesidad de hacerlo por mucho que nos lo vendan los gurús da la ideología verde.
Articulo Original: https://gaceta.es/opinion/no-tendras-coche-y-seras-feliz-20230215-2032/