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La milla verde, una memorable adaptación fílmica de la novela de Stephen King, trasciende el género del drama carcelario para explorar temas universales de fe, compasión y redención en un marco contemporáneo de injusticia social y prejuicio racial.
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Se cumplen veiticinco años de La milla verde (The Green Mile, 1999; también conocida como Milagros inesperados en Hispanoamérica). El filme supuso una memorable adaptación de la novela de Stephen King y la primera de sus historias en superar la barrera de 100 millones de dólares en taquilla. Concretamente, los beneficios cuadruplicaron el presupuesto de 60 millones de dólares de producción alcanzando una cifra de ingresos mayor a los 286 millones de dólares.
Además del rotundo éxito comercial, el filme fue nominado en cuatro categorías de los Oscars a mejor película, mejor actor de reparto (Michael Clarke Duncan), mejor guion adaptado (Frank Darabont) y mejor sonido (Robert J. Litt, Elliot Tyson, Michael Hebrick, Willie D. Burton). Lamentablemente, sorprendiendo a propios y extraños, no se alzó con ninguna estatuilla.
Los críticos elogiaron la capacidad de la película para generar una tensión emocional palpable que mantenía al espectador entregado a lo largo de su extensa duración. De igual forma, aclamaron la adaptación del guion, destacando cómo la historia de Stepen King se llevó eficazmente a la gran pantalla sin perder su profundidad y complejidad temática.
Sin embargo, otros críticos consideraron que la trama se volvía predecible; especialmente para quienes estaban familiarizados con el estilo narrativo de Stephen King. Además, se señalaron ciertos elementos de la película que podrían resultar demasiado melodramáticos y oportunistas desde el punto de vista social.
Aunque Michael Clarke Duncan no fuera galardonado como mejor actor de reparto por el papel de John Coffey en favor de Michael Caine por su actuación en Las normas de la casa de la sidra (The Cider House Rules, 1999), La milla verde sigue siendo muy preciada hoy día, en gran medida, gracias a su magistral interpretación.
La decisión de premiar a Caine en detrimento de Clarke Duncan ha pasado a los anales de la historia del cine como una de esas cosas de la academia estadounidense que nadie entiende. Con el paso del tiempo, La milla verde ha conservado el favor del público frente a los niveles de aceptación que le ofrece la crítica especializada. Ello queda refelejado, por ejemplo, en un diferencial de 15 puntos porcentuales en Rotten Tomatoes, donde recibe una valoración positiva de tan solo el 79 % de la crítica con respecto al abrumador 94% que le concede el espectador.
Muy al contrario, tanto la premiada actuación de Caine en su día como Las normas de la casa de sidra han sufrido el pasar de los años y, además de haber perdido parte de valoración crítica, ameritan un faustuoso ejercicio de memoria por parte del espectador para rescatarlos del olvido. En tal sentido, pasadas más de dos décadas, esta producción apenas obtiene, respectivamente, 71% y 77% por parte de la crítica y los espectadores en la ya antes citada y popular web de referencia fílmica.
Sea como fuere y a pesar del gran índice de aceptacón comercial, muchos espectadores compararon La milla verde con Cadena perpetua (1994) debido a los vínculos temáticos entre ambas películas. Tal comparación no siempre jugó a favor de La milla verde. Con todo y con ello, tanto Stephen King como Frank Darabont expresaron su satisfacción con el resultado final, considerándola una de las mejores adaptaciones y trabajos de dirección de sus respectivas carreras hasta la fecha.
En su literalidad, la trama de La milla verde vendría a narrar la historia de un hombre condenado injustamente en el corredor de la muerte. Ambientada en los Estados Unidos de los años treinta, la historia transcurre en un contexto de segregación racial y discriminación social.
Un análisis más profundo -tanto de su codificación semiótica como de su simbolismo metanarrativo- revela la intencionalidad de King de personificar la figura histórica de Jesucristo en el personaje de John Coffey (nótese la referencia directa en sus iniciales J. C.). Así pues, John Coffey encarnará el sacrificio redentor y la compasión divina del perdón con objeto de explorar temas universales de fe, compasión y redención en un marco de injusticia social y prejuicio racial contemporáneos.
De tal manera, la mirada del carcelero Paul Edgecomb (Tom Hanks) se solapará con la experienca del espectador para reposar sus ojos sobre la figura de John Coffey. Conforme Paul Edgecomb va descubriendo la naturaleza bondadosa de Coffey y sus milagros curativos, se fuerza al espectador a reexaminar expectativas sociales y religiosas dentro del contexto o marco racial de la época. El filme evocará así las enseñanzas y los milagros atribuidos a Jesucristo en los evangelios.
El paralelismo del misterio de Jesús en el Nuevo Testamento con la caracterización de John Coffey se hará cada vez más palpable a medida que la avanza la trama; y, una vez se revela la inocencia de John Coffey y su disposición a sacrificar la propia vida por el bienestar de los demás, se confronta al espectador con la epifanía de nociones arquetípicas de un sacrificio redentor que alude a la crucifixión de Cristo. En cualquier caso, al final del filme, se hace innegable la función de John Coffey como catalizador del perdón social y de la catarsis de una redención divina.
La interpretación de la película como una alegoría de la vida y los sacrificios de Jesucristo fue y sigue siendo bien recibida, especialmente por la manera en que la película abordaba cuestiones espirituales y filosóficas de manera conmovedora, respetuosa y reflexiva. Igualmente, aunque aún hoy se sigue señalando su excesiva duración y su tono melodramático, en general, La milla verde no ha envejecido mal y es valorada como uno de los mejores filmes producidos en la década de 1990.
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