Luisiana compendia un gran foco musical de los Estados Unidos. El blues (y por ende, el rock), el jazz o el cajún se encuentran entre los grandes arquetipos musicales que exportan al resto del mundo. Y en estas músicas hay acervos hispánicos en mayor o menor medida.
Antes que nada, cabe recordar que la Luisiana histórica no se corresponde con el actual estado del sureste, sino que abarcaba el camino francés hacia el Canadá. Aquellos vastos territorios fueron incorporados a la Monarquía Hispánica en 1763, reinando Carlos III, y gracias a gobernadores como Unzaga y Gálvez, se permitió la entrada de los acadianos, esto es, colonos de origen francocanadiense que habían sido expulsados por los británicos de su tierra.
Aunque pueda parecer paradójico, la población francófona aumentó gracias a España, pues estos acadianos se sumaron a la población criolla existente, conviviendo también con pobladores que llegaron de distintas regiones de España, destacando especialmente los canarios.
Asimismo, en Luisiana ya había colonos de origen alemán, así como una abundante población africana y amerindia y también se instalaron irlandeses que venían huyendo de la persecución anticatólica inglesa y servían en la armada española; lo cual creó un potaje humano que siglos después, unido a otras migraciones, nos explica su riqueza musical.
Con todo, el historiador español José Manuel de Molina nos recuerda que en 1776 partieron hacia Luisiana familias procedentes de la ciudad de Málaga y su interior, esto es, de pueblos como como Macharaviaya, Cártama, Alhaurín de la Torre o Mijas, acabarían fundando Nueva Iberia. Y de Málaga era Bernardo de Gálvez (concretamente de Macharaviaya), como también de Málaga era Luis de Unzaga, los cuales pueden ser considerados próceres de la independencia de Estados Unidos por la grandísima ayuda que les brindaron a los patriotas americanos, vital para la derrota de los británicos. Y esta zona del sureste de la Península Ibérica tiene una gran relación musical con Luisiana, pues como nos dice José Manuel de Molina (1), "los cantos de la música cajún tienen algunas similitudes con las verdiales, el folclore de los montes de Málaga". Si bien al cajún se le añade el acordeón que hacía furor entre los músicos franceses y alemanes, en las verdiales entra el molde del fandango, que según nos dice el Diccionario de Autoridades, es un “baile introducido por los que han estado en los reinos de las Indias, que se hace al son de un tañido muy alegre y festivo.”
Asimismo, entre los años 1778 y 1783, llegarían a la zona del Bayou colonos procedentes de las Islas Canarias. Sus descendientes son conocidos como “islenos”; durante más de dos siglos han mantenido el idioma español como lengua materna, y si bien a día de hoy quedan muy pocos que hablen este español antiguo, todavía resisten, especialmente los isleños de Saint Bernard, zona que fue devastada hace años por el huracán Katrina.
Descendiente de estos canarios afincados en Luisiana fue Joe Falcon, quien protagonizaría la primera grabación de música cajún. Y también descendiente de canarios era Alcide Nunez, presente en la primera grabación de jazz.
Y tal y como nos enseña el musicólogo español Faustino Núñez, lo hispano también está presente en el blues, pues tal y como reconocía Jerry Rol Morton ante Alan Lomax en 1938, esta música no se puede entender sin el “toque español”. La conexión de Nueva Orleáns con los puertos de La Habana y Veracruz, y a su vez, la conexión de los puertos de Cuba y México con los puertos de Andalucía y de las Islas Canarias, explica muchas claves musicales que hermanan al mundo hispano, incluyendo las grandes zonas portuarias de la América del Sur, desde el Río de la Plata al Callao.
Con todo, reputamos como imprescindible la obra “América en el flamenco” para entender desde la música, la antropología y la historia estas relaciones musicales hispanas. Y es que como dice Faustino Núñez (2), "el fandango cantable (rondeñas, malagueñas, fandangos locales y naturales) tiene una estructura armónica que curiosamente coincide con el blues. En el fandango cantable haces tónica, dominante, tónica, dominante, tónica y cadencia. Si a esto le quito la cadencia y le meto el modo mayor (con la característica séptima menor en cada uno de los acordes que marca la diferencia), tenemos el blues. El fandango cantable tiene mucha cercanía con las músicas de México, Nueva Orleáns y Texas”.
Así las cosas, los ritmos sincopados de la ribera del Misisipi tienen mucho que ver con el mundo hispano, especialmente con Cuba como punto de absorción de lo europeo y lo africano, sin desdeñar a México como punto clave del fandango, el zapateo y la cultura ranchera. Y así como también insertamos la matriz afrohispana cuya cuna fue Andalucía y de la cual conservamos la Hermandad de los Negritos de Sevilla (3), hermandad cuyo legado se extendió desde México al Perú pasando por el Caribe. Todo ello nos habla de nuestro mundo y al final la música, o si se quiere, las músicas, nos llevan por nuestro camino y nuestro destino en una hispanidad que debe conocerse para amarse.
NOTAS
(1)Sobre José Manuel de Molina:
https://www.diariosur.es/interior/alhaurino-galardonado-luisiana-20190428215510-nt.html
(2)Sobre Faustino Núñez, recomendamos encarecidamente esta entrevista:
https://ctxt.es/es/20220201/Culturas/38671/Faustino-Nunez-Pedro-Calvo-Flamenco-entrevista-musica.htm
Y por supuesto, su página (donde se puede encontrar su imprescindible obra “América en el flamenco”):
https://www.flamenco.plus/flamencopolis/
(3)Sobre la Hermandad de los Negritos de Sevilla: