La historia es enemiga, el futuro apocalíptico, y los medios de comunicación solo nos ofrecen el paraíso artificial de un presente zafio.
¿Se imaginan una noticia que asociara el nazismo con la emergencia climática? Pues eso mismo se ha hecho con la colonización europea, divulgado por el medio alemán DW y editado por Felipe Espinosa Wang, cuya cualificación en ambos asuntos es ser guitarrista, músico, gestor cultural y –según afirma en sus perfiles de redes sociales– periodista…[1] Si hace unas semanas Jane Fonda pedía que se encarcelaran a los blancos por el calentamiento global causado por sus racismo sistémico y sistema patriarcal, Espinosa Wang habrá debido pensar que él no iba a ser menos.[2]
Lo cierto es que su particular enfoque en el tema colonial, así como sus esfuerzos por reescribir tal periodo histórico desde el presente, son palpables. Ya el 21 de abril de este mismo año, Espinosa Wang se hacía eco de cómo “En cinco granjas nórdicas de Groenlandia, los arqueólogos han empleado el análisis de los tipos de madera para diferenciar entre aquella que fue importada, que llegó a la deriva y la autóctona.” Y con tal abundancia de evidencia, el editor de DW dictaminaba en el titular de un artículo: “Antes que Colón: Vikingos utilizaban madera de Norteamérica.”[3] Cuesta entender cómo los Vikingos llegaron a una Groenlandia con clima similar al de su tierra oriunda y todo lo que dejaron –supuestamente– fue trozos de madera y, en cambio, llegan ‘después’ unos brutos de Extremadura y Sevilla y recorren el continente, desde el Caribe pasando por la Patagonia hasta Alaska, montando un imperio que siembra de universidades y hospitales el continente Americano: ¡Qué bárbaros!
Aquí les presento la supuesta evidencia de tan majestuosa creatividad Vikinga que hace palidecer cualquier arquitectura de los Virreinatos hispanoamericanos.
No. A estas alturas, ya habrá advertido que esta columna no habla ni de nazismo ni de colonización ni tampoco del apocalipsis del ´cambio climático,’ permítaseme ironizar sobre el asunto. Esta nota es una humilde llamada de atención para que se reflexione acerca del papel, la responsabilidad y la importancia de los medios de comunicación en un occidente infantilizado hasta el tedio y adolescéntrico hasta el hastío, donde la información se pervierte en activismo propagandístico en favor de tal o cual agenda y donde la verdad se degrada, según más convenga, a categoría de relato ideológico o de fantasía delirante.
Ciertamente, DW basa su noticia en el estudio “Earth System Impacts of the European Arrival and Great Dying in the Americas after 1492,” publicado en 2019 por geógrafos del Reino Unido. Sin embargo, el título de la investigación y su contenido quedan lejos del sensacionalismo click bait con la retorcida selección de imágenes escogidas por nuestro medio de periolistos de turno; a quienes admiro por su estulticia y aquí rindo homenaje imitando su guía de estilo periodístico en mi titular. Hay que aprender de los mejores, dicen…
Más allá del estilo, lo realmente grave es la falencia de código ético, pues, el estudio en cuestión no habla en ningún momento de “matar” –verbo tendencioso usado por Espinosa Wang para inducir al totum revolutum posmoderno del marco mental presentista de ‘genocidio’ colonial– sino que se establece una correlación entre la Gran Mortandad de la población nativa a causa de la introducción de patógenos a la llegada de los europeos y un supuesto enfriamiento del planeta que se derivaría del registro de los núcleos de hielo de la Antártida.
En tal sentido, los autores del estudio afirman: “Mostramos que el nivel mundial de carbono de 1500 no se pudo equilibrar hasta que se incluyó una regeneración vegetal en las Américas. La Gran Mortandad de los pueblos indígenas de las Américas resultó en un impacto global causado por el hombre en el Sistema Terrestre en los dos siglos previos a la Revolución Industrial.”[4] Si tal impacto –como defienden– es causal o, por el contrario, casual, no es corroborable por ausencia de otro estudio similar. Ello, elevemos el sarcasmo de esta columna a propuestas de ciencia (ficción), sería fácil de replicar: si la muerte de 55 millones de personas tuvo tal impacto, los 100 millones del comunismo deberían haber impactado proporcionalmente casi el doble. Estúdiese…
“Lo que sí se desprende de la investigación –afirma Dr. Chris Brierley (Geografía UCL), coautor– es la magnitud de lo que se necesita para mitigar el cambio climático.” Repito con pausas: magnitud, que se necesita, para mitigar, el cambio climático. “Ese tipo de reducción –insiste el Dr. Brierley– equivale quizá a solo dos años de emisiones de combustibles fósiles al ritmo actual.” Pareciera que el encargo del estudio fuera calcular en una fórmula científica cuantos sobramos y a qué ritmo debemos ser “reducidos”. Los nazis mataron entre 6 y 7 millones de judíos en 4 años, Josef Mengele estaría orgulloso del estudio y de DW por asumir su validez. ¿Fascinación? Estos alemanes no aprenden.
Sin periodismo de calidad no hay democracia de calidad: lo más calamitoso de noticias como la aquí referenciada apunta a la degradación del periodismo hasta límites irrisoriamente insultantes al intelecto y certifican que la información ha sido, en gran medida, reemplazada por intereses corporativos, entretenimiento y activismo ideológico.
Recuerdan en mucho al circo de los horrores, aquel que presentaba freaks deformes, payasos y a la mujer barbuda como algo inusual ante un público morboso que buscaba en ellos sentirse normal ante tanta fealdad y aberración natural. El lector acude hoy exacerbado por las redes sociales al circo de los medios de comunicación buscando el confort de una pócima moralista, un elixir para su eterna superioridad moral ante tanta decadencia cultural y aberración social, una pócima de evasión para una vida vaciada de trascendencia. Los medios desempeñan hoy, por así decirlo, el rol del chamán de la tribu que provee de todo tipo de drogas para calmar el nihilismo de un espíritu occidental contemporáneo hueco de sentido y de propósito.
La sociedad misma ha reemplazado al circo. El freakismo ha tomado carta de naturalidad. Lo natural se presenta opresivo. La historia es enemiga, el futuro apocalíptico, y los medios de comunicación solo nos ofrecen el paraíso artificial de un presente zafio. Hoy se acepta que uno pueda auto percibirse mujer barbuda con la misma naturalidad que se insinúa una correlación entre colonización y cambio climático: basura maltusiana que defiende planificación y control poblacional.[5] Abran los ojos, no se dejen engañar. Y como dice Baby Etchecopar al acabar cada programa televisivo en A24: “A culear, que falta gente.”
[1] Se puede acceder al artículo completo siguiendo este enlace: ˂https://www.dw.com/es/la-colonizaci%C3%B3n-europea-de-am%C3%A9rica-mat%C3%B3-a-tantos-que-enfri%C3%B3-el-clima-de-la-tierra/a-65946270˃.
[2] Véase vídeo de Jane Fonda: ˂https://twitter.com/JMPersanch/status/1663719632341958657/video/1˃.
[3] Se puede acceder a este artículo en la web de DW ˂https://www.dw.com/es/nuevas-pruebas-demuestran-que-los-vikingos-llegaron-a-am%C3%A9rica-mucho-antes-que-crist%C3%B3bal-col%C3%B3n/a-65404305˃.
[4] La traducción al español es mía. El estudio publicado por Quatterly Science Review (Vol. 207, March 2019, pp. 13-36) es de libre acceso y puede leerse en inglés en la web de ScienceDirect: ˂https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0277379118307261˃.
[5] La obra de Thomas Robert Malthus An Essay on the Principle of Population fue publicada en 1798, cuando el desarrollo tecnológico y las capacidades de producción alimenticia e infraestructuras para la distribución eran muy limitadas. Malthus expresó preocupación por la relación entre crecimiento poblacional y capacidad alimenticia dadas las recurrentes tragedias de hambrunas en la época. El maltusianismo contemporáneo desarrollado en adelante, que aboga por la planificación, control y reducción poblacional, ganó tracción entre las élites occidentales, entro otros, tras el Best Seller de 1968 The Population Bomb, publicado por Paul R. Ehrlich Profesor de Stanford University y su esposa Anne Howland Ehrlich, también Senior Researcher de Stanford. El libro se elaboró en un contexto del movimiento Hippy, la generación Baby Boomer y la filosofía del amor libre. Puede descargar el libro aquí: ˂https://archive.org/details/xxxx_20210327˃.