Una de las culturas que más marca el estado de Luisiana es la “cajún”, término que deriva de “acadiano”, esto es, los francocanadienses que se establecieron en el territorio luego de la Gran Expulsión aplicada por los británicos.
Es una cultura que está especialmente presente en la música y en la gastronomía, significando uno de los folclores más marcados de los Estados Unidos.
En el imaginario hispano, sin embargo, no tenemos presente que esta cultura entronca con nuestro pasado y con nuestra identidad; una identidad que tenemos el derecho y el deber de reivindicar y compartir. Y es que no en vano, la Luisiana histórica no se circunscribía al actual estado situado en el sureste, sino al antiguo camino francés hacia el Canadá, inmensos territorios que fueron incorporados a la Monarquía Hispánica en 1763; una época vital para que estos exiliados francocanadienses poblaran vastos territorios gracias al gobernador Luis de Unzaga, quien les cedió tierras.
Asimismo, siendo gobernador Bernardo de Gálvez, muchos de estos acadianos se enrolaron en la armada que haría posible la independencia de los Estados Unidos.
Fue gracias a Unzaga (quien creó un sistema educativo bilingüe de español y francés) y a Gálvez que esta cultura francesa acriollada se mantuvo y hasta creció.
Resulta curioso que España tenga esa fama de “intolerante” cuando en sus territorios se acogió especialmente a franceses e irlandeses que sufrieron la intolerancia de los británicos; así como también proliferaron los africanos libres y las alianzas con los pueblos amerindios.
Con todo, lo cierto es que Francia ha invertido en la zona y ha reivindicado su legado, lo cual se ve hasta en la enseñanza del idioma y en los carteles bilingües de inglés y francés.
España, cuyo legado es mucho mayor en la Luisiana, ha invertido poco por no decir nada, y así, seguimos hablando de “Barrio Francés” en Nueva Orleáns cuando es una construcción típicamente española o hispánica; al igual que sigue una leyenda negra contra el legado hispánico que no se contesta desde instancias oficiales.
Asimismo, los países hispanoamericanos tampoco parecen prestar atención a un asunto que también les concierne. Y es que tanto España como Hispanoamérica son los máximos nexos de la pujante comunidad hispana en los Estados Unidos; una comunidad que puede y debe reivindicar sus hondas y antiguas raíces sin las cuales no se entiende la clave fundacional de Estados Unidos ni se entiende el Occidente mismo.
Al menos parece que se ha recuperado el contacto con los isleños del Bayou, esto es, descendientes de pobladores canarios que llegaron en el último cuarto del siglo XVIII y que han mantenido nuestro idioma contra viento y marea prácticamente sin interrupción. Empero, queda tanto por hacer…
Desde luego, no podemos culpar a los acadianos, puesto que hasta en su bandera tienen un castillo que hay quien dice que alude a la Corona de Castilla. Nos toca a nosotros tomar las riendas de nuestro pasado y, por ende, también de nuestro futuro.