Por: Christine Dolan

Decenas de miles de simpatizantes del expresidente brasileño Jair Bolsonaro irrumpieron en el Congreso Nacional, el Supremo Tribunal Federal y el Palacio del Planalto de Brasil, y un político estadounidense lo compara con el 6 de enero en Estados Unidos.

Los manifestantes han estado protestando durante 68 días por elecciones robadas por infiltrados comunistas en el poder judicial y otras ramas del gobierno.

Se ha demostrado que la “protesta del 6 de enero” fue planificada e implementada por el aparato de seguridad nacional del gobierno de los Estados Unidos.

En los videos publicados en las redes sociales, se observa algo de destrucción cuando los manifestantes ingresaron al edificio del Congreso de Brasilia el domingo por la tarde.

El reportero brasileño Renato Souza dijo que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumió el cargo la semana pasada, no estaba en el área. Los informes son que huyó a Sao Paulo en lugar de enfrentar la ira de la gente.

Aproximadamente una hora después, los partidarios de Bolsonaro ingresaron al edificio de la corte federal, según el medio local Metropoles.

Se informó que la policía brasileña arrojó gas a los manifestantes.

El gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, ordenó la suspensión de la electricidad y el agua a todos los recintos gubernamentales en caso de que los manifestantes ocuparan los edificios, informó Alerta News 24.

La reportera brasileña Ana Viriato publicó un video que muestra a policías hablando con los manifestantes y filmando a los alborotadores.

Informes de Metropoles y Souza afirman que los medios de comunicación y los empleados del gobierno en los edificios fueron atacados.

“Las democracias del mundo deben actuar rápido para dejar en claro que no habrá apoyo para los insurrectos de derecha que irrumpen en el Congreso brasileño. Estos fascistas que siguen el modelo de los alborotadores del 6 de enero de Trump deben terminar en el mismo lugar: la prisión”, tuiteó el representante Jamie Raskin (D-Md.), ex miembro del comité del 6 de enero en la Cámara de Representantes.

En algún momento, la mayoría de los ciudadanos de las antiguas democracias entenderán que la narrativa del 6 de enero es solo eso, una operación de desinformación para evitar que la gente conserve la democracia.