Por: Antonio Moreno Ruíz
Lo andino y lo hispano se presentan ante buena parte de la historiografía y la antropología como identidades contrapuestas, provocando asimismo muchos debates en las redes sociales.
A veces, intentan buscarse soluciones hegelianas de Tesis/Antítesis/Síntesis; a saber, el Ande sería la tesis, España sería la antítesis y el Perú sería la síntesis. El problema viene cuando nos planteamos qué hacemos con Bolivia y Ecuador, que viven realidades parecidas, o incluso también podríamos meter en el saco andino a Venezuela, Colombia, Chile y Argentina. De hecho, en Colombia la asociación con lo “andino” es mucho más “criolla” de lo que puede ser en el Perú; país donde lo “andino” y lo “criollo” parecen realidades excluyentes de un tiempo a esta parte; siendo que lo “criollo” se circunscribiría a la costa.
No obstante, ¿esto es realmente tan así?
¿Hasta qué punto está el indigenismo deformando conceptos?
¿Hasta qué punto muchos que se dicen hispanistas están ubicados?
Como emigrante en el Perú, siendo hijo de la Andalucía rural, he de decir que vi más parecido con mi terruño en los pueblos andinos que en las grandes ciudades. Si a mí, como pueblerino irredento, me agobia Sevilla, ¿qué puedo decir de Madrid o Lima? En cambio, cuando he viajado por la sierra peruana, allá parecía yo el serrano y mi señora la gringa. Y mi señora es limeña mazamorrera.
¿Qué podemos decir de las músicas, las vestimentas y un largo etcétera que algunos reputan por “incas”? Igual que en la Península hay quien se obsesiona con los árabes o los celtas…
Creo que se están empleando premisas bastante equivocadas y que esto no hace sino deformar un imaginario colectivo mucho mayor de lo que pensamos. Por ello, hicimos un programa sobre este interesante tema conla comunicadora peruana Rocío Basauri, analizando las muchas aristas que atañen a buena parte de Sudamérica. ¡Pasen y vean!
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