Las pandillas era el fenómeno social más arraigado de El Salvador después de la guerra civil y que además tenía de rodillas a los ciudadanos honrados, que día a día se veían amenazados y extorsionados por estos delincuentes, algunos datos señalan que las estructuras delictivas contaban con poco más de 70 mil pandilleros activos y aseguran que si se suma a los familiares que dependen de la extorsión esta cifra podría alcanzar las 500 mil personas.
Por Mario Antonio Pacheco
Algunos pueden criticar al Presidente Nayib Bukele por diversas acciones, sin embargo, nadie se atrevería a negar su determinación para combatir a las estructuras criminales en El Salvador, desde el año 2003 los planes Mano Dura y Súper Mano Dura impulsados por los gobiernos de Francisco Flores y Antonio Saca, pretendían golpear con fuerza a las pandillas, los cuales fracasaron determinantemente, una medida que pretendía golpear con fuerza a las estructuras criminales del país, fue solo un espejismo, la falta de visión de un trabajo articulado con el resto de órganos e instituciones de combate al crimen hicieron que El Salvador siguiera sumido en una estela de muerte que desagarraba a las familias salvadoreñas.
Con la llegada del primer gobierno de izquierda con el expresidente Mauricio Funes a la cabeza se abandonó el manodurismo y se ideo una estrategia diferente, más descabellada y sobre todo oscura a espaldas de la población y que de alguna manera convirtió en cómplice al Estado salvadoreño del asesinato de cientos de personas, me refiero específicamente al pacto con las pandillas, que se dio entre el 2012 y el 2014 y que tenía por objetivo bajar la cifra de homicidios, sin embargo fue caracterizado por favorecer a las principales pandillas de El Salvador: la Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18 y brindar poder político para amenazar a las personas y hacer que votaran por la opción partidaria que más a fin era a ellos, como antecedente se puede decir que durante ese período se criminalizó la acción punitiva de la policía, eran constantes los informes de prensa donde se observaba muchos agentes policiales siendo procesados por herir o asesinar a un pandillero en un intercambio de disparos, pero sobre todo se decía que habían órdenes que impedían acciones policiales en diversas zonas controladas por la estructura criminal, haciendo presa a la población que ahí vivía y que tenían que respetar a la pandilla como la máxima autoridad de ley en esa zona, la inteligencia policial conocía cómo era la cadena de mando de estas estructuras, sabia donde se movían, con quien y hasta a quienes extorsionaba, pero era la conducción de las instituciones de seguridad del país quienes impedían que se tomaran acciones concretas contra estos homicidas que seguían lacerando la vida de los salvadoreños.
La llegada del presidente Nayib Bukele al poder el 1 de junio de 2019, significó un cambio político en el país, romper con treinta años de bipartidismo que había gobernado desde el final de la guerra civil salvadoreña, Bukele se convirtió en la persona en que los salvadoreños depositaron su confianza para conseguir un país mejor y hasta cierto punto lo ha logrado, sobre todo en el tema de seguridad con las acciones ejecutadas en el marco del Plan Control Territorial, en este artículo reflexionaré de lo que yo creo han sido las cinco claves más importantes, con las que el actual gobierno ha logrado doblegar las pandillas:
Seguramente habrán otras razones que pueden explicar el éxito de debilitamiento de las pandillas en El Salvador y sin duda alguna no hay estrategia perfecta y cada paso dado deberá irse revisando y corrigiendo en el camino, sin embargo, en lo relacionado a la seguridad pública, el país centroamericano vive una nueva etapa y solo el tiempo dirá si la estrategia fue efectiva en el tiempo y si Bukele pasará a ser catalogado en la historia como el presidente que libero de las pandillas a El Salvador.
*El autor es periodista salvadoreño.
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